Varado en el tiempo
Quieto viendo las horas pasar
El arte de la nada
No quiero ser como nadie
No deseo que nadie me siga
Silbido de viento
Duna de desierto
Eremita contemporáneo
El cáncer de la vanidad mató todo lo humano
Ahora erial en expansión
Contemplo con el corazón a media asta
como la masa se concentra venerando a escombros andantes
Me dedico a pasar hojas de silencio
La sonrisa del camposanto
Tarde o temprano
Tendré que rendir cuentas a mis acreedores
Cogeré el destino de las nubes
Y me iré a contemplar otros acantilados
Mi perro viejo y doliente
Me anuncia que el teatro se desmorona
En tu tumba lloraré ruina y desventura
Mientras contemplo el viaje de una mosca moribunda
Entre el dolor y la alegría
Canto de cisne para despertar
El resto volcán en erupción
y la estupidez invadiendo el planeta
Yo escogería, silbido del viento.
ResponderEliminarUn beso
Y tanto que sí, tú pasas las hojas en silencio, yo busco a Eolo para silbar con él en un mundo sordo que no oye ni el ruido de las moscas.
ResponderEliminarMe voy también al acantilado, allí el sonido del viento es más sutil.
Buenas casi noches, amigo.
La estupidez ganó la batalla hace mucho, por desgracia. Aunque ya lo sabíamos, era una catástrofe anunciada.
ResponderEliminar¿Aceptas mi compañía en este poema?
ResponderEliminarAbrazos.
Será un placer...
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