El silencio
El barranco del ruido
Ahora ya no oigo nada
Ahora no sé de nadie
Me perdí y déjame desaparecido
Quieto ante el movimiento
Apóstol del fracaso
El alma quiso volver a empezar
Se fue con otro...
Otro cuerpo
Otra esclavitud
Criados en explotaciones intensivas
Cuándo fue la última vez que vimos el sol
Somos figurantes de una postal olvidada
Corazón sintiente que intenta escapar del destino matadero
Asfalto sin huellas
Pasos a través del tiempo
No se dirigen a ningún lado
Despierta
Y tus ojos vacío de montañas
Suplican vida ante la lágrima que cae
Aquel abrazo
Hogar de un descalabro
Salvado ante el crimen de la deshumanización
En medio de una senda sin ida ni vuelta
Un pensamiento que emerge de las piedras
Un qué hacer
Si ya no sé hacer olas de mar
Derribaré las cuatro paredes
El lamento de sentir
Una voz que dicta mentiras
Huida postergada
Tras el ocaso del estallido
La paz del silencio
Es necesario evadirse del ruido. Cada sonido nace del silencio, vuelve a morir al silencio, y durante su permanencia está rodeado de silencio. Quizá deberíamos siempre prestar más atención al silencio que a los sonidos, prestar atención al silencio externo genera silencio interno. Silencio por fuera, serenidad por dentro.
ResponderEliminarEsa es para mí la paz del silencio.
Hay cafetito recién hecho, Ángel.
Me lo tomo a tu salud...
EliminarCuando se ha sufrido y nos hemos perdido y no encontramos salida ni dirección posible, acudimos al silencio y, por fin, la paz.
ResponderEliminarAbrazos
Yo también vivo con la constante necesidad de salir corriendo y no mirar atrás, maldita mierda.
ResponderEliminarEl silencio, ese silencio es sanador. Hay otros silencios que mejor no nombrarlos. Un abrazo Ángel
ResponderEliminarA veces el silencio es pura paz.
ResponderEliminarMe gustan tus poemas.
Bs.
Me encanta ver qué cada vez más lectores te dejan comentarios. Es muy buena tu poesía y deben conocerla más personas.
ResponderEliminarFuerte abrazo!