Cayó el árbol
Bajo su sombra eterna nos reuníamos
Ya no existe el punto de encuentro
Quizá morimos con él
Ahora ya no nos vemos
Ni tú con ellos
Ni ellos conmigo
Quedan pocas horas
Para burlar al destino
Ya sabes que conoce nuestras intenciones
No hay salvación posible
Sólo este cultivar crisantemos
Fuimos testigos del punto y final
Ya no hay hojas en el camino
El dibujo de las figuras se diluyen
Infinito de lágrimas
En la debacle nadie ayudó a nadie
Ya ves
Insolidaridad obrera
El desollador de carne se ríe a mandíbula batiente
Somos manchas en el devenir de los años
Arrugas de sabiduría que no sirven para nada
Dime dónde andas
En las raíces del árbol
En la savia del tiempo
Cada cual en su barca a la deriva
Me quité la pintura del rostro
Veo que hay demasiadas capas
en las calaveras de los demás
Nada dicen ya
Historias que no interesan al viento
Del árbol sólo quedan huellas del olvido
Perdimos fe y relicarios
Vuelan los cuervos y tiñen de negro el cielo
Carroña de un despertar entre gritos del insomnio
Los cuervos seguirán buscando las ramas de aquel árbol donde se posaban, y que una vez estuvo allí.
ResponderEliminarEn ellos también permanecerá el recuerdo.
La sombra del ciprés es alargada. Así es, llegará el momento en que reinará la nada, todos a la deriva y nada importará, para qué cultivar crisantemos?, Aún me queda alguna lágrima que le robé al infinito.
ResponderEliminarÁngel, buen escrito.
Cayó el árbol y nada queda de él o, tal vez, el recuerdo y es lo importante.Todavía persiste la esperanza.
ResponderEliminarAbrazos