Los
muertos se despiertan por las mañanas
Se
levantan de sus tumbas
Cogen
sus pantallas controladoras
y
no las dejan hasta que caen en los nichos
Salen
a trabajar
Obedecen
Reciben
las hostias que da la vida
Con
fe divina y resignación
Votan
a sus cuatreros
Dan
de comer a sus verdugos
Pagan
las facturas a sus sepultureros
Al
llegar a sus nidos de amor olvidado
Encienden
la televisión
Digieren
la basura que les echan para comer
Acunan
a sus niños lobotomizados
Los
muertos
Cuando
es noche cerrada
Vuelven
a morir en sus ataúdes
Hasta
que al día siguiente vuelven a resucitar
Sin
que el corazón emita ni un triste latido