Un cerrojo que no cierra
Un minuto sin gloria
Una paz que declara la guerra
Un estoy sin mí pero conmigo
Un futuro que no llega jamás
Un presente sin azúcar ni sal
Te busco y no me encuentro
Pienso en el por qué de todo
Me responde la nada y ya estoy más tranquilo
El otoño que llega
Ya alcanza al invierno de mi latido
Perpetuo
Ese beso que pide amor
Le dieron uno de cortesía
Ofertas que me dejaron con la nevera vacía
Mentes ajadas a base de ansiolíticos
Furia silenciada
Acompáñame hasta el fin del mundo
Me quedo en la vuelta de la esquina
Hay gente que compra la felicidad a plazos
Y en la soledad de sus soledades
descubre la mentira de la oferta y la demanda
La sociedad de mercado
No me vendo
Nadie te compra
Ciudadanos del camposanto
Cadáveres que van y vienen al trabajo
Con su pastilla para obedecer y sonreír
Me dieron una soga para el cuello
Y les clavé un puñal en su corazón negro
Estrellas sin luz
Noches sin luna
Te dejo un ramo de rosas rojas en tu puerta
Que ha nacido un sol en este amanecer
¿Y mañana?
No existe
Muy bueno el final del poema Ángel y, además, doloroso en su verdad. Esos cadáveres que van y viene del trabajo, muy buena la metáfora que nos habla de lo que se ha convertido el ser humano, en un autómata que no vive, ni disfruta. Solo repite, solo obedece. Todo planificado.
ResponderEliminarAbrazos, muy buen poema.
Autómatas y ni siquiera robots programados. Ya no piensan, tienen el cerebro calcificado.
ResponderEliminarMe llevo una rosa roja no vaya a ser que quiten el amanecer.
Siempre me haces pensar. Un abrazo.