La palabra la que se llevó el viento
La duda se ahogó en el mar
Y yo transido de flores mustias
De lo humano hicimos establos de ovejas
Fuimos asesinos en serie de todo lo vivo
Y por detrás
Amores que matan y la acaricia para dar dulzura
La miel para desayunar
Vino peleón para cenar
Perdimos la guerra
Ahora nos cuentan milongas
Sometimientos bendecidos por la plebe
Droga dura para dormir voluntades
Dicen las lenguas compradas
Que vivimos en el mejor de los mundos posibles
Me voy al imposible
Esté donde esté
Donde no haya más autoridad que su ausencia
No me digas esto es lo que hay
No hay mayor acto de ignominia
Ayer cuando me asesinaron
Me dejaron en el olvido
Nadie me vino a buscar
Sólo el aliento de una efímera brisa
Y el graznido de las urracas me resucitaron
Ahora habito en la reconstrucción de lo invisible
Me voy con la voz del desierto
A ser aprendiz de la nada
Y maestro de la huida
al lugar donde bailan los cipreses
Allí, entre cipreses balanceándose detuve el tiempo cerrando todas las compuertas, y en esa breve paz encerré con siete llaves todo el infinito.
ResponderEliminarHoy jueves santo, una fría losa me ha inspirado.
Ángel, feliz semana.
Aprendiz de la nada, creo que es una buena elección.
ResponderEliminarUn beso
En realidad, se queda en el olvido y siguen los vivos, como si nada, sin culpa ni remordimiento.
ResponderEliminarAbrazos.
Allí donde están los cipreses tienes lo que necesitas:esperanza en un mundo diferente al nuestro.
ResponderEliminarAbrazos Ángel.
Tremendo.
ResponderEliminarSí, decimos o digo a menudo que soy una aprendiz de la vida... leyendote descubro que soy aprendiz de la nada. Contundente, tremebundo. Feliz semana Ángel.
ResponderEliminar