Recuerdo tu abrazo en los días fríos
Refugio para el desamparado
El niño que fui me vino a buscar
No me encontró
No era reconocible
Al final todo será mentira
Dijo en voz alta y desapareció
Volvió a su tumba de pelotas de plástico y coches teledirigidos
Ya no hay infancia inocente que resida en el alma aprisionada
No viniste a buscarme en mis sueños
Ni los amores de verano que se fueron con los incendios... tampoco
Hoy residimos en libros abiertos
Parece que están escritos
No dejes que te cuenten tu historia
Borra lo que puedas
Aunque sea demasiado tarde
Tarde para besarnos
No creo
No dejes huérfanos a los besos
Lo demás poco importa ya
Parlamento solo y paseo acompañado
Duelen los huesos al pasar los años
Duelen los dientes al masticar piedras
Pensé en la humanidad y me transformé en lobo de la estepa
Pensé en ti y salí corriendo
Mas en los días de desengaño y lluvia de barro
Imploro tu nombre
Pero no apareces
Es en esos momentos que añoro los días fríos
Cuando empiezan los calores añoro los días fríos, aunque me duelan las rodillas y suba escaleras temblando. No olvides que todos tenemos un poco de niños y un poco de locos.
ResponderEliminarTampoco olvides que somos historia.
Buenas y secas tardes.
Hay ausencias que son como un iceberg, y esta que aparece en tu poema es de todos, busca a ese niño que te espera. Feliz semana. Un abrazo Ángel.
ResponderEliminarCreo que es, sino el poema que más me ha gustado, uno de los mejores que te he leído.
ResponderEliminarA veces es difícil reconocernos, la vida nos pone demasiadas capas, unas sobre otras, pero si escarbamos con ganas, llegamos a esa imagen de cara lavada y limpia, que nos define.
Un beso, Ángel.
Sí parece que tengas alma de lobo estepario.
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