Deja
que huya
Del
silencio amargo que esconde el ruido
De
la fosa común que enterró la pasión
De
la monotonía convertida en vida
Ir
buscando la guadaña
Porque
algo hay que hacer
Ser
herida que esconde el cuchillo
O
puñal que desangró a la desidia
Se
oye la rebelión de tumbas abiertas
Donde
cayó mi alma
Insensible
al vacío del adiós
Vomité
espumarajos de liendres anidadas en el tiempo
Salí
corriendo
De
la falsa fragancia de jazmines
Donde
habitan las risas descompuestas
Murió
el ciprés
Zaheridos
los hijos del occidente moribundo
Ya
no lloran por sus ramas que nos dieron cobijo
La voz de las televisiones se adueñó de los establos
La
tristeza se hizo plaga
Cuando
la felicidad idiotizó las mentes domadas
Anochece
La
oscuridad ciega los corazones
No
existirán amaneceres
Para
las manos que obvian
Su
sangre llorada
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