No había nada en las calles
Hasta las gotas de lluvia se evaporaron
antes de rozar el suelo
No había ni una idea cogida al vuelo
Ni un paso que señalara el camino
El vacío se adentraba en la gran avenida
Risas que florecían en llantos
se escuchaban en el porvenir
Dos almas poseedoras de nada
se esfumaron a replicar su futuro
La soledad nos acompaña
Con este ir hacia ningún lado
Me escondí en el silencio de los mudos
Nos ofrecieron barrancos
Y elegimos el vuelo del jilguero
Huyó de la jaula
Puertas abiertas
Los demás no se atrevieron a salir
Siguieron voluntariamente en sus celdas
Haciendo lo que de ellos se esperaba
Debatimos entre la devastación y el quebranto de las ramas
Todo va conforme al plan señalado
Caen los inadaptados por el acantilado
No hay red
Sin luces ni taquígrafos
Lo que no se ve cae en el abismo de lo inexistente
Otros son los protagonistas
El mundo se estira de los pelos
Un pueblo entero ha sido expoliado, violado, tiroteado
Los mismos que salen en su ayuda
Son los mismos que han organizado la matanza
Mañana el olvido se hará un desayuno con ellos
Sólo veo asfalto en esta ciudad
Y ni un abrazo que venga a recogerme
Hay reunión de solos
Debaten sobre la injusta derrota de sus equipos
No hay solución
Nuestros corazones se fueron por el alcantarillado
Y en esta noche de ausencias
Me adivino sin un triste billete en los bolsillos
Otra noche de insomnio en la pensión de los desesperados
Me ha encantado este poema, Ángel.
ResponderEliminarUn abrazo.
La soledad nos acompaña en un mundo que agoniza.
ResponderEliminarAbrazos.
Lo llamas pensión cuando es una cárcel. Solitario mundo de locos buscando la compañía de cuerdos.
ResponderEliminarUn abrazo.