El verano nos dejó sin agua y con sed
Desalinizamos los mares y los océanos
Ya no existen tiburones nucleares ni atunes con mercurio
Sólo desiertos de arenas movedizas
Mañana vendrán terremotos
en este apacible lugar sin placas tectónicas
Caerán aguaceros y nos ahogaremos en riadas de lodo
Cuenta el diario que sólo quedan humanos explotados
y sátrapas moliendo huesos
El último verano calcinó los corazones
mas el invierno no dejó en paz sus latidos
El río se secó
Ahora pescamos espinas sin peces
Y coleccionamos especies invasoras
Ya no hay nada en este lugar
Solos tú y yo
Y este ejército de hormigas que vienen a devorarnos
A falta de algo mejor
El final me recordó a la novela de Gabriel García Marquéz: Cien años de soledad. Me gustó mucho lo apocalíptico del poema, deja una sensación áspera muy extraña, no desagradable, solo franca.
ResponderEliminarNo hubo más para las hormigas. Pobrecitas.
ResponderEliminarUn abrazo.
que bien que escribes Te dejo una rosa
ResponderEliminara pesar del desastre anunciado,me gusto leerte.uN abrazo!
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