Amurallado
Entre
estas cuatro montañas
No
escucho el eco de mi atronadora voz
Iré
donde las piernas me lleven
Más
allá no hay sendero
La
razón me transporta a ningún lugar
En
el vacío se cruzaron miradas añoradas
Ojos
que delatan
La
soledad del invierno
La
manta de hielo que se apoderó de mí
No
existe primavera que florezca en el alma
Bajo
los cipreses
Espero al ruido vocero de quebrantos
Triste
camino de tierra
Espera
al sepulturero
Las
máquinas del sinsentido
Orcos de devastación
Anuncian el bombardeo
Adiós a la morada
Enferma de desolación
Exterminados ¡sí! Pero contigo
De
un hoy que huele a azufre
Grises
carreteras anunciarán el adiós
Negro
alquitrán oscurecerá el amanecer de tus rosales
De
nuestros pasos al deambular
Todo
igual
Todo
uniforme
Todo
en venta
Nada
corazón
Me
disuelvo en el olor de los laureles
Lloro
al niño que fui
Me
escondo de la muerte que vendrá
Las
excavadoras callan el canto de los pájaros
Cucarachas
de destrucción
Fragancia
de gasolina
Urracas
que gritan a difuntos
Zorros
acorralados
Se
van a otros aposentos
El
árbol se nos muere
Nos
quedamos con el viento en contra
Liberando
escorpiones
En
este círculo de fuego
Avalancha
De las cenizas venideras
De las raíces alquitranadas
Esperando el agua hurtada
Como quien se rebela de un adiós definitivo
hallo entre tus metáforas, un rubor, que empapa mi propia tristeza, de ojos escarchados del animal que en la selva conoce la noche y tirotea resina que afila el grito
ResponderEliminara veces un desgarro lo ocupa todo y ese alzar del aullido, en algún lugar, abre la trinchera
me gustó mucho eso de rebelarse a un adiós definitivo
abrazos y salud Angel!