Hay
un vacío en mi inquietud
No
oigo el chillido en el despertar
Silencio
que alimenta intranquilidad
No
escucho el bombeo acelerado del corazón
Adivino
la ausencia de la hecatombe
Ya
no estás
Por
un breve instante
Por
una leve eternidad
No
existe un quiero
No
adivino un puedo
Pequeñas
voces intrascendentes
Traerán
tu partida
El
tiempo que arrolla deseos
Te
regalará vientos
Y
de nuevo un adiós
En
la nada
Intentaré
construir la senda que me recoja en algún lugar
Indefinidamente
Espero
oraciones que me hablen de dioses caídos
Para
no ir
Al
arroyo a beber la sed que atrapa los sueños
Donde
mueren las gotas aisladas en la memoria del desierto
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