De
repente
Mis
ojos encuentran mi tumba
De
sueños enterrados
La
juventud se disipó
En
el túnel del engaño
Nada
fue lo que pasó
Todo
pasó en un espacio difunto
La
desmemoria del ayer
La
desesperanza de hoy
La
muerte que amanecerá mañana
Solo
camino por estas soledades
Rincones
que ya no los recuerdo
Pisadas
que no van a ningún final
La
inocencia de mi niñez
Decapitada
está
Lloran
las calles olvidadas
Que
despreocupadas me pasearon
Mi
ignorante felicidad
Dónde
están mis promesas
El
tiempo el carnicero las troceó
Esa
huella no la siento como mía
El
lugar llama al abandono
El
viaje hacia la incertidumbre
Me
abre la puerta
Irremediablemente
Las
lágrimas anunciaron el adiós
En
la caída
De
un pasado enterrado
De
un cultivo arrasado
De
donde has perecido
No
resucites más
Dejo
un rastro imborrable
En
la mirada de ese gato
Que
nada pide
En
el calor de mi regazo
Fiel
compañero
Hoy
el viento me anuncia que es libre
Se
adentra donde quiere
Sin
puertas que le cierren
El
mañana vendrá a recogerme
Inexorablemente
Ahora
voy en búsqueda y captura
Del
abrazo que proteja
Mi
decrepitud prematura
Sensibilidad, lucidez y conciencia que, sumadas, en determinados momentos pueden desembocar en impotencia, una insoportable impotencia, pero no en decrepitud. Una persona decrépita no escribe lo que tú escribes. Lo triste no es querer y no poder, lo triste, lo criminal, es poder y no querer.
ResponderEliminarDecrépitos son ellos (sabemos bien quienes), los que talan la vida y siembran la muerte.
Salud!
El paso inexorable del tiempo nos deja huella, nos marchita, el cuerpo envejece ¿decrepitud?, quizá no el espíritu depende de las circunstancias de cada uno. Los espacios, la niñez, un pasado que muere y, tal vez, necesitamos encontrar nuevos rumbos conocer nuevos lugares porque aquí estamos de paso. Y que en los últimos suspiros de mi vida, me encuentre con el abrazo, el reposo de estar en paz conmigo mismo.
EliminarSalud Loam!