Divago y me veo entre tinieblas
Espero la resurrección
Y percibo que no estoy muerto
Late el corazón
Palpita alma de cadáver
Y, al rato, espero un futuro incierto
de espinas clavadas en sus rosas
Algún día saldremos del atolladero
En eso anda el deseo de cada mañana
Hace calor
Y paseamos por los desiertos con árboles caídos
Despedí al ángel de la guarda por desatención
Y ahora voy sin protección por los avatares del abismo
Extranjero en el barrio de la infancia
Ha cambiado todo
Menos el tanto tienes tanto vales
Cerraron el ultramarinos de la vuelta de la esquina
Y el cine de la calle Mayor lo cambiaron por un bazar
Me compro un delirio de plástico
y una brújula sin dirección
Aterrizo en el llanto de una alegría
El sábado quedamos
Hoy me he acordado
Se nos pasó un invierno y mil veranos
Nadie llamó a nadie
Demasiado tarde para encauzar ríos desecados
Miro la hora
Se cayeron las manecillas del reloj
Invierto en palabras que me dejan vagabundo
Agosto y tirito de frío
Pide ayuda el avasallado
La intemperie ofrece cobijo de desesperación
Arranco una sonrisa al destino
Siempre hay fugaces momentos de evasión eterna
y beso en los labios
Saldremos del atolladero. No hay que dejar de soñarlo.
ResponderEliminarUn abrazo.