Tal
vez mañana sea demasiado tarde
No
me verás en la derrota
Ni
en la victoria claudicante
El
agua apagó el ardor de tus besos
No
regó las flores que morían en el jardín
Larga
es la caminata
Hasta
que del olvido no quede ni la memoria
Más
que susurros indescifrables
De
voces perdidas
Que
perforan los oídos
Las
calles nos hablan de miseria
La
pobreza que aumenta
Los
culpables
Los
que apagaron el candil de tu mirada
Tranquilos
disfrutan de las fortunas sisadas
De
nuestros huesos fabrican sus palacios
A
trabajar esclavos
Dónde
está el despertar de los sentidos
La
metralla dormida que cargada está en nuestro pecho
Un
vacío en el estómago
Una
luz que no se enciende
Condenados
a ver en la oscuridad
El
frío que dispara estacas de hielo
No
alcanzamos el fuego
No
llores vida mía
El
silencio de tus labios
Dulce de membrillo en sus bocas
Enlacemos
los puños
El
tránsito del golpe
Resquebrajará
mejor la codicia de los ebrios de inhumanidad
La
lluvia que cae deshace maquillajes
Se
desvanece la mentira
En
esas caras despobladas
Ya
no hay amores ni odios que ocultar
me fascinó y me embrujó un opio, como en el desierto, como de incendiados caminantes de las mil y una noches sin casa, que aún así, despegan sus pasos de la tierra y siguen, aunque todo esté rodeado de cráneos de olivo y del sur... Ángel sabiéndote en el camino, me es más bello el horizonte, aunque a veces todo sea tramontana y palidez, tu canto, me incendia de motivos
ResponderEliminarabrazo de árboles de inviernos y hojarasca