UN PASEO POR LA IMAGINACIÓN ASILVESTRADA

martes, 11 de febrero de 2014

EL NIÑO QUE FUI DESAPARECIÓ


Resido en la esperanza de lo inacabado
Devorado por el tiempo inerte
Donde transcurre la vida hacia nuestra extinción final
No hay misericordia ante la pasividad
Del que no quiere nada más que paz y armonía
En esta guerra sin munición
Aniquilado estás mientras esperas la caída inasible
La muerte siempre se acuesta con todos
La vida te trajo a los inhumanos mundos
Para estrujarla
Y el camino enfangado que conduce a la decrepitud
Te ahogó en barro
Esperando la senda del dolor que siempre viene
Que es alegría y fuerza de la existencia frágil
Y maravillosamente finita
No hay tumbas abiertas
Que todavía gocen tus estertores
Mañana nos daremos la extremaunción
Hoy nos damos unos alivios en el aseo de nuestras perdiciones
Dile a la dama que nos espere con su guadaña
Algún día nos encontrará
Gritando de dolor por los sueños sacrificados
La lluvia grazna por mis ojos ciegos
No doy abasto con mis pensamientos huracanados
Nos encontramos sentados viendo al aire en fuga
Amortajados como esperando fuego en el agua
Mueve un dedo que se está gangrenando
Nos odia la acción
Bostezando encontramos que el frío cielo nos desahucia
El niño que fui
El de la fiesta de cumpleaños abrazado a su mamá
Se murió con el olvido
La furia de mi adolescencia
Degollada está por el tiempo que me hizo un presente continuo
Ahora no son más que seres que ya no me pertenecen
Extranjeros de un pasado difunto
A ciegas me dirijo hacia el precipicio amigo
Cavilando como construir atolladeros
De nubes y alegrías
Que vivirán en nuestra esquizofrenia cotidiana
Lejos de la realidad que nos dejó espinas
Y se llevó las rosas
Nos inventamos quimeras para plantar nuestras libertades
Semillas de irrealidad pasmosa que se quemaron al Sol
De nuestros recuerdos idealizados
Que no son más que mentiras
En el cajón de nuestras verdades calcinadas
Déjame penetrar en tu cuerpo
Que nuestras libidos estallen en un alarido de placer momentáneo
Que en el abismo siempre hay tiempo para asomarse
Y que la muerte celosa
Espere rabiosa nuestras efímeras ausencias

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