Me
balanceo en la duda de mi existencia
Parlamento
con el beso en tu boca
Siembro
vida en el huerto de mi huida
Viajero
que perdió Roma en su brújula
Ciego
en esta ciudad cautiva
Bordeando
los límites de mi juicio ajusticiado
En
la soledad me debato con mis sueños
Me
pierdo en el circo de mis enanos
Doy
paseos con mis inadaptados sociales
Compañeros
atribulados de andanzas
Me
abanico en los inviernos sin sol
Esperando
que la nieve enfríe mi sed
De
venganzas a frío cuchillo
Se
desvanece el silencio de mi voz
Mientras
arropo a mis hijos inexistentes
Que
jamás verán mi imagen reflejada
Destierro
la angustia que me ve florecer
Me
absuelvo de los pecados que no cometeré
Planto
árboles en los hoyos calcinados de mis desventuras
El
camino. La esperanza. La risa insumisa
Las
recorro con los parias de la marginación
Digo
adiós al velo en mi cara
Rescato
jazmines en las cloacas
Dono
mi esperma al asfalto que me vio nacer
Retorno
al campo salvaje de soleado amanecer
Que
contaba mis manos durante los sueños desvelados
En
todas las noches de días inacabados
Acaricio
la verde yerba
Infinita
La
ilusión esparce utopía
Cual
pólvora que renace en la mente
Se
hace realidad en la locura permanente
De
vidas plenas que esconden quimeras
Aún
queda algo por vivir
Maullar
a los gatos
Asesinar
a la modorra de tus apariciones
Apuñalar
el tedio de gente sin alma
Alimentar
nuestros prados de sinceridad doliente
Dejarnos
en paz sin encuentros forzosos
Bombardeé
la casa quebrada de reuniones familiares
Me
dedico a despedir a mis ojos
Que
busquen un viento
Que
me esparza por algún monte perdido
Mañana
que vuelvan a deambular
Mi
cariño. Mi vida. Mi cielo con nubes negras
Partiré
al amanecer
Con
el tren que resquebraja mi corazón
Con
ritmo lento pero sin demora en el retraso
Marcho
con los perros que ladran mi tiempo difunto
Lo
incierto que ayuna nuestro hambre
El
silbato anuncia mi tempestad que marcha
La
duda se balancea en mi existencia efímera
Aún
queda algo por vivir
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