UN PASEO POR LA IMAGINACIÓN ASILVESTRADA

jueves, 14 de noviembre de 2013

MILICIANOS ¡AL ATAQUE!



Si me caigo cógeme antes de que el suelo me muerda la boca.
Y déjame deambular por estas calles de muecas por sonrisas.
No te conmuevas si me ves llorar la rabia produce llanto.
Me dirijo hacia la senda que lleva a los frondosos bosques.
Lejos de la turbamulta que sin ojos en los huecos va hacia un horizonte de fosas comunes.
Camino. Río. Lloro. Me paro. Nada tengo todo me lo han quitado.
Pienso. Actúo. Peleo. El cerebro sigue en pie aún no está narcotizado.
Exclamo… ¡Libertad!... El eco de su secuestro me responde allá donde está aposentada.
Me vuelvo a caer. ¡Agárrame! ¡Rápido! Devorar el asfalto me quiere.
Continúo con la cabeza en alto superando el cielo y con la tristeza que me acompaña.
Lágrimas se pierden mojando el camino desandado.
Un destello. Una luz. Una pantalla gigante chupando las neuronas fallecidas del gentío.
¡Obedece! ¡Véndete! ¡Consume! ¡Prostitúyete!... No pienses. El general de la muerte pensará por ti sus lujos le van en ello tu sangre le alimenta.
¿Y quién es ese sujeto que transita por el espigón al borde de la caída?.
Esa cara me suena, la reconozco, el tiempo esclavizado me la había robado.
Es mi ser, el hijo que nunca tendré, el que tengo, el que murió sin haber nacido, es la mujer, el hombre, el viejo que me veía soñar.
Ya no les reconocía, el viento calcinado se los había llevado.
Corro hacia él, ellos, ¡Esperad! El horror se había llevado el amor a la vida.
Coged las armas. Recuperar mis riquezas, mi alegría, es lo que debo hacer.
Milicianos ¡Al Ataque!.
Pasan reyes y sus botines en yates privados escupiendo sus miserias a nuestras caras furibundas.
Un leve murmullo, gritos, palos… Todo vuelve a la calma. Todos empiezan a andar con el hastío resquebrajando sus espíritus resignados.
Te bato en duelo miedo que paraliza, que estanca, que mata en vida… y los yates se van y el lujo continúa.
No hay guillotinas en las plazas. Las construiremos primero en nuestros corazones.
Milicianos ¡Al Ataque!
¿Dónde estáis? Sigo corriendo me alejo de la tela de araña que nos tiene sedados.
Y me tropiezo. Me vuelvo a tambalear. Y tus brazos me salvan del precipicio hacia el lamento final.
La amplitud del horizonte allá me voy para darme un buen chapuzón.
Me ofrecen drogas. Me sujetan. Me oigo gritar y llorar en amargura soledad.
Trabajos gratis con mil sonrisas en la boca y mil ahogos en el alma.
Encadenado. Miradas hipócritas. Comidas ingentes de cínicas navidades.
Afuera. Hambre. Frío. Millones de condenados al abismo.
El mercader les espera para desollarlos y construir sus imperios cadavéricos.
El espanto sonríe. La alegría solloza. La certidumbre espera su dicha.
Dejad que camine hacia los campos virginales en espera de destrucción final.
Los he de alcanzar. ¡Tierra despierta! Que no te construyan, que no te fumiguen, que no te destrocen las ruedas al pasar, que no te maten.
Salgamos del cáncer de la vida cotidiana.
En la calle satanizada niños que pasan hambre. El genocida cabrón que apesta a muerte engordando en su palacio de fiestas criminales.
Me sublevo.
La sonrisa forzada. La máscara que baila. Les prendo fuego y huyo del humo.
Me voy. Me largo. Me marcho.
Coged las armas y arrasar con los que se ríen allá a lo alto en la azotea.
Milicianos ¡Al Ataque!
No dejes que me hunda. No permitas que la agonía acabe con los latidos. No dejes que mi boca se seque sin tus besos.
No consigo alcanzar ese pedacito de tierra, ese correr por no andar y aún así la soga intenta degollarme.
Que no te dominen. Sigue en pie. En pie de guerra.
Balidos llaman a la puerta. Pon buena cara. Haz lo que te digan que hagas. Sé amable. Sonríe. Que te acepten. Sé un buen chico y tu zanahoria tendrás.
¡NO! Otro día más apaleado y mañana defunción familiar con postre incluido.
Milicianos ¡Al Ataque!
Corro mas no vuelo me tropiezo, me tambaleo, los adoquines abren sus fauces a la espera del festín final.
Me detienes al instante, adivinas mi caída, quiéreme en la travesía.
Abrázame. Bésame. Y no me dejes solo en este andar para encontrarnos y fundirnos en la tierra.
Y si me caigo, ya sabes, cógeme porque el suelo quiere devorarme la boca.
Milicianos ¡Al Ataque!.

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