Ese
cuervo sin ojos que se posa en la memoria
para
no ver lo que nunca fuimos
para
no criar sombras en la luz
Mantuve
en mi día a día
un
descanso eterno
Me
declaré en huelga indefinida
Pero
no se lo dije a nadie
Para
no oír la voz de la censura
Brazos
caídos hasta el fin de mis días
Y
que el fuego redentor
convierta
en cenizas
Lo
fútil que es nuestra soberbia en el universo
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