-¿Cómo
estás?. Preguntó el necio a la desesperanza.
-Con
un corazón desgarrado en grito.
La imaginación atrincherada metralla en mano.
La rabia carcomiendo mi razón acuchillada.
-Bien,
como siempre. Espetó la voz hipócrita que ahogó su verdad censurada.
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