Demasiado temprano para despertar
Demasiado tarde para edificar paraísos
Me voy con la bruma de la mañana
Hay niebla
Hay un nido vacío de golondrinas
Me largo con la hojarasca
El camino se vuelve angosto
Desemboco en el río
La soledad y el paisaje me acompañan
La corriente va hacia el exilio
Navego con la mirada
Allá van ilusiones y desesperanzas
El trayecto de los cangrejos
Persigo huellas olvidadas
Quizá ya no me halles tras la niebla
Con el Sol me buscaré
Me adivinaré recolectando flores nocturnas
Lejos del trueno y del hoyo donde me aposenté
No sé si te refieres a la muerte, me lo ha parecido. El alma puede navegar y rodearse de flores en la noche. El cuerpo se queda entre la niebla y el vacío.
ResponderEliminarNo hay ya ni huellas.
Un abrazo y gracias por tus ánimos.
En ese tiempo que describes, demasiado temprano para amanecer y demasiado tarde para edificar paraísos, me encuentro muchas veces y te diré que me encanta ese tiempo. Lo siento muy mío.
ResponderEliminarMe gusto ese andar tuyo.
Un beso.
A todos nos llegara el día que alimentemos esas flores silvestres que nacen a los pies de la nada. Será nuestra carne el abono, pero para mi y sin lugar a dudas, nuestra alma seguirá viviendo en otra carne, en otro cuerpo, todos somos uno. Me tomo un descanso, vuelvo para septiembre. Un abrazo Ángel.
ResponderEliminarHace sol y te encontré.
ResponderEliminarBesos de anís.
Lejos del trueno hay un silencio calmo .
ResponderEliminarBesos.