Amortizados
los recuerdos
Perdiste
la memoria
En
el refugio de la soledad
Dónde
están las estrellas
Que
alumbraban la senda
Que
nunca nos atrevimos a cruzar
Siempre
expectantes
¡Qué
lastima!
Llevar
puesto el traje de la compostura
Y
no el desnudo de la locura
Que
nos deja ser tal como somos
Cuando
obedezcamos sólo nuestras leyes
Las
que dictan la conciencia rebelde
Volveremos
a caminar
Lejos
de aquí
Al
fin libres
Dale
a la tierra simientes
Fusila
al prisionero que hay en ti
Fumiga
al cuerdo que existe en mí
Que
de las apariencias nos quede el olvido
Nada
más
En
este presidio de máscaras
Alimentando
al fuego
Para
que ardan las bocas
Que
callan lo que piensan
Que
dicen lo que aborrecen
Que
mienten lo que hablan
a veces tus poemas vuelcan la esperanza y la trinchera en un sutil aullido que hace de urdimbre y abre las rutas con canciones y con la honestidad de alzar a lo vivo, y me gustan también aquellos tuyos, que hablan desde la miseria y el lodo y prisión de la tierra y desesperanza, porque son también imprescindibles para acabar con el carcelero, es como si en tus poemas no dejaras de sangrar y gritar y golpear muros
ResponderEliminarun abrazo Ángel, llevaba un tiempo algo descolgada y volver a leerte es también sincronizar el horizonte
salud!
Un placer tenerte por estos barrios...
EliminarUn abrazo Mareva!