La cuesta de enero
El barranco de febrero
Y tú
El beso que aún me debes
El abrazo en caja fuerte y con las llaves perdidas
Me fui de casa
Para reconstruir el palacio de mis sueños
Un mal viento se lo llevó
Ahora adorno puentes
Soy vagabundo de un mundo
que saca entrañas y arrasa bosques
No te parece desmoralizador
Merece ser abolido
Por los desheredados de fortuna y victoria
en esta guerra interminable
¿Quién escribe la historia?
El vencedor entre todos los matarifes
El escribano garabatea lo que le dicta el amo
Si te paseas por las acequias del descarrío
Hazme el favor
Y sácame de aquí
Un rato
Un segundo
Y amén
Me dejé llevar por la vagancia
Sentado estoy viendo como el tiempo mata
Y la hucha está repleta de telas de araña
Cazando moscas estoy
Me alimento de las sobras de un ayer
que ya no sabe a nada
La salida se quedó sin atajo
Y yo perdí la cordura en el quiebro de un lamento
Menuda cuesta esa de enero a veces eterna.
ResponderEliminarFeliz domingo Ángel.
Feliz domingo.
El ayer sigue existiendo, siempre que viva en ti. Que comience bien la semana. Un abrazo
ResponderEliminarHola Ángel, hace mucho tiempo que no me acerco por aqui y me he fijado en la portada, Melodías de un anarquista solitario, toda una declaración de principios que yo interpreto a mi manera para no variar: librepensamiento, igualdad y fraternidad.
ResponderEliminarLa cuesta de enero no es igual para todos, ni material, ni anímicamente, es un empezar que muchas veces mantiene la inercia de lo que dejamos atrás. Me gusta como escribes, a menudo con el alma desgarrada clamando a quien parece no escuchar. Muchas veces me queda un sabor a impotencia que me echa para atrás porque cuentas una realidad que hiere, el escudo solo funciona cuando sabes que no es verdad. Ojalá pudiera decirte algo que te abrigase en este frío invierno, lo haría si supiese, pero me he dado cuenta de que no hay recetas que sirvan para otros, todos tenemos unas ideas en la cabeza que solo vamos a cambiar si realmente lo tenemos claro, se trata pues de algo muy personal.
Te mando un abrazo y un beso, con la complicidad de esos tres principios que cité y que para mi tienen sentido.
La cordura...¿de qué sirve?
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