Tú
y yo
Ya
conocemos el final de esta historia
Los
huesos rotos tras el terremoto
Fracturados
en el abismo
Que
no supimos escalar
Este
holocausto
Silenciado
por los sepultureros
Que
llevan traje y corbata
La
lengua de seda que ahorca cuellos
Ahogada
su moral extinguida
Siluetas
asustadas
Se
dispersan por las zarzas
Que
sangran el dolor
Que
no pudimos controlar
Las
tierras áridas que nos pisaron
Ya
no hay agua en el pozo
Cobijo
de serpientes
La
garganta te quema
La
sed de los desesperados
Apuramos
el último trago
De
cervezas ardientes
Antes
que la guerra ausente
Estalle
en nuestras bocas
Mudas
de callar lo nunca dicho
Vendrán
a buscarnos los olvidados
Para
recordar el genocidio silenciado
En
esta tierra de difuntos humanos
Los
alzados buscan la justicia hurtada
De
la verdad mortuoria
No busques esperanzas en las mentiras
Espaldas
sangrientas
Cuchillos
traicioneros
De
las trampas trepadoras
Surgen
chamanes
Desde
sus pedestales parlamentarios
Las
cucarachas montan congresos de imputados
Vertederos
de inmundicia
Salen
de sus cloacas parlantes
La
miseria ajena
Es
su razón de reproducción
Un
grito atormentado se oye tras el horizonte
Los
buitres reanudan la marcha
Anuncian
el duelo
De
latidos dolientes que dejaron de ser
MALDIGO - Violeta Parra
ResponderEliminarMaldigo del alto cielo
la estrella con su reflejo,
maldigo los azulejos
destellos del arroyuelo,
maldigo del bajo suelo
la piedra con su contorno,
maldigo el fuego del horno
porque mi alma está de luto,
maldigo los estatutos del tiempo
con sus bochornos,
cuánto será mi dolor.
Maldigo la cordillera
de los Andes y La Costa,
maldigo, señor, la angosta
y larga faja de tierra,
también la paz y la guerra,
lo franco y lo veleidoso,
maldigo lo perfumoso
porque mi anhelo está muerto,
maldigo todo lo cierto
y lo falso con lo dudoso,
cuánto será mi dolor.
Maldigo la primavera
con sus jardines en flor
y del otoño el color
yo lo maldigo de veras;
a la nube pasajera
la maldigo tanto y tanto
porque me asiste un quebranto.
Maldigo el invierno entero
con el verano embustero,
maldigo profano y santo,
cuánto será mi dolor.
Maldigo a la solitaria
figura de la bandera,
maldigo cualquier emblema,
la Venus y la Araucaria,
el trino de la canaria,
el cosmos y sus planetas,
la tierra y todas sus grietas
porque me aqueja un pesar,
maldigo del ancho mar
sus puertos y sus caletas,
cuánto será mi dolor.
Maldigo luna y paisaje,
los valles y los desiertos,
maldigo muerto por muerto
y el vivo de rey a paje,
el ave con su plumaje
yo la maldigo a porfía,
las aulas, las sacristías
porque me aflige un dolor,
maldigo el vocablo amor
con toda su porquería,
cuánto será mi dolor.
Maldigo por fin lo blanco,
lo negro con lo amarillo,
obispos y monaguillos,
ministros y predicandos.
Yo los maldigo llorando;
lo libre y lo prisionero,
lo dulce y lo pendenciero
le pongo mi maldición,
en griego y en español
por culpa de un traicionero,
cuánto será mi dolor.