UN PASEO POR LA IMAGINACIÓN ASILVESTRADA

jueves, 3 de octubre de 2013

EL RÍO

Silencio.
Las piedras me ofrecen asiento.
El fluir del río me habla, me parlamenta, me susurra.
Los árboles en movimiento. Los pájaros que salen en estampida.
Son mis compañeros del instante en que abrazo la armonía.
Encuentro la libertad perdida, la paz añorada, la voz pausada de mis pensamientos.
Por momentos soy libre sin sujeciones, ni cadenas que encadenan mi voluntad de ser y mi huida del tener.
Veo como el agua fluye tranquila pero sin descanso ofreciéndome calma, serenidad, belleza, vida toda.
En ocasiones el río, mi compañero, emite un quejido, un alarido de dolor.
El reposo se desvanece, el sosiego buscado se ahoga en sus aguas.
Una vieja lata, un plástico perdido; nos señalan el camino de la destrucción.
Huellas de una civilización incivilizada, de la irracionalidad de la muerte.
Que la inhumana condición extermina la belleza allá por donde pasa.
Mis pensamientos se pierden hacia el retorno a jerarquías aún no exterminadas.
Vueltas hacia las luchas en contra de servidumbres que se eternizan en el tiempo.
De mundos muertos por la ignominia de esclavitudes cada día más mortíferas, más deleznables.
La opresión vuelve sobre mi cabeza. La cárcel que nos amortaja derribar debemos.
Y el río, ¡ay el río!; se desprende de la enfermedad lanzada, se aleja la escoria  que pronto retornará deformando, envileciendo, enfermando su esencia.
Detengo el tiempo que corre acercándonos a un fin eternamente visto.
Cierro los ojos y escucho el deambular del viento, el canto pausado del río.
Vuelvo a cabalgar en el silencio y la libertad que me da este rincón de la vida aún no ultrajado, en lucha sin tregua por su supervivencia.
Me escapo, me voy, me despido, lloro, lamentos, tristeza por un adiós que no comprendo, que no asumo.
Una sonrisa.
El crepitar de las piedras me espera. El chapoteo del agua me reclama.
Caminar para volver sin más lejanía que el infinito que vuelve sobre mis pasos.
Y allí encontraré, de nuevo, la paz perdida que mi espíritu magullado espera reencontrar.
Me abstraigo allá donde me halle y escucho la quietud, el parloteo sabio que el río me transmite a la espera de volver a acariciar su líquida alma.

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